En Dieciocho colores para un ensayo, la artista Paloma Gámez analiza una selección de la obra de José Guerrero y construye su exposición multidisciplinar dentro del programa La Colección del Centro vista por los artistas. El recorrido comienza en la planta principal con la instalación de unos objetos escultóricos de pintura de los distintos colores que va a emplear en su proceso creativo. Es la prueba ficticia que la artista quiere mostrar desde su laboratorio en el espacio expositivo y sugerirnos sutilmente lo que nos espera: una experiencia visuaal tridimensional de huellas minimalistas, algo esencial en sus bellas composicones de rítmos monocromáticos. La sala de la primera planta presenta las cinco obras de José Guerrero seleccionadas por Gámez para el proyecto: Variaciones azules (1957), Verde oliva (1979), Oferta con rojo (1988), Azul añil, (1989) y Verde de sapén (1990), más una serie de dibujos de los años ochenta. En la segunda planta Paloma Gámez crea una atmósfera de luz y calor envolvente en toda la sala con la proyección de los cinco colores transformados en una experiencia sensorial con el observador. En algunas de las áreas del recorrido, la artista interviene en la pared con una sucesión de los 18 colores elegidos de la carta de José Guerrero. La exposición culmina en la Sala Mirador del edificio del Centro Guerrero con una instalación de planchas de color en metacrilato que cuelgan del techo en perfecta armonía. Un juego de transpariencias y sutiles opacidades geométricas nos muestran la proporción que cada uno de los colores tiene en los cuadros originales. Es aquí cuando el espacio se transofrma en escenario real y los elementos dialogan con todo su esplendor salpicados por la luz natural que entra por el gran ventanal. En este instante expansivo es cuando descubrimos admirados cómo la deconstrucción que Paloma Gámez hace de los lienzos de Guerrero posee una escala contemporánea plena de alegría y satisfacción.